al igual que las letras son reflejo
gestado dentro del alma.
En vibrar de las cuerdas y maderos
nos llevan a los tiempos inmortales
que sacude el interior.
Es aquella mujer que solo baila
para satisfacer su propia causa
quemando nuestras retinas.
Un tempo acelerado nos flagela
y enciende las entrañas con lujuria
desmedida e inmortal.
Si la musa dejase sus motivos
y recluyera toda su pasión…
sería un cuenco vacío.
La Musa, la Mujer tiene tarea;
Ser ella misma: flor,
desierto y cardo.
Parangón incomprensible.
Autor: Jorge de Córdoba
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