que recuerde el aroma y la textura
que resguardas con tiento y compostura...
Perdona si pa´ olvidarte soy lerdo.
No puedo contener las convulsiones
que tiene un corazón enamorado.
Es cierto soy un ruin equivocado
amante del veneno en tus pasiones.
Si encuentro que coincides con mi fuego
y sientes esta brama renaciente...
tomaré de tu cuerpo lo caliente,
lo cortés lo dejamos para luego.
Autor: Jorge de Córdoba
sin tocarnos siquiera, solo charla.
Sin embargo, el demonio se desquita
y renace un perfume que me parla.
La caricia en un beso de café
a la taza que tienes frente tuyo;
tu mirada que quema y todo ve
invita a la locura que ya intuyo.
No quiero ni mirarte, pues entiendo
que mis ganas no pueden ser sosiegas
por un instante lucho y me defiendo
sin embargo, sonríes mientras niegas.
Me tienes en la mano prisionero
en tanto tu vestido se levanta
disfrutas postergar mi lado fiero
demuestras ser juiciosa, no una santa.
Autor: Jorge de Córdoba
mantener un país entre nosotros.
No obstante, se soltaron estos potros
y retorna al recuerdo tu fragancia.
Me juré mantener recato y normas.
Sin embargo, el sabor de tus llanuras
me llevó por demencias más oscuras
y rompieron el molde de las formas.
Lo lamento. El infierno que despiertas
es como un paraíso de piratas.
Tú sabes si me salvas o me matas...
si ya dejas tus puertas por mi abiertas.
Autor: Jorge de Córdoba
Dieron a nuestro mundo privilegios
círculos de lo cóncavo y convexo,
Musas de poesías y mil soles.
Células que se unieron a destajo
dentro de su crisol indestructible
dando como perfecto resultado
fuego de la palabra que se escribe.
Somos admiradores de beldades
tanto... que detectamos su presencia
dando tumbos de bienes y de males...
Ellas son el motivo que se incendia.
Autor: Jorge de Córdoba
Endecasílabos enfáticos asonantes
en una charla amena y clandestina.
Y de pronto, la cita ya germina,
en las miradas dulces, delatoras.
Con un roce en tus manos se me admite
en el cielo y pecado del deseo.
Tu sonrisa me cambia en un Perseo
que del fuego se toma y lo remite.
Atrapas entre el cuello y tu mejilla
los dedos que buscaban el camino...
Tu perfume señala mi destino:
te posas en el borde de la silla.
Es claro lo que ofrendas esta tarde
y tu vestido sube incandescente.
Se quema nuestra vida en el presente
pues bebo del anís que prende y arde.
Autor: Jorge de Córdoba
el diamante afrutado, el paraíso.
Aquella sensación, los despertares,
reúnen a los dioses en el piso.
Sonríes intentando que el rubor
no delate el latido acelerado.
Mis dedos que recuerdan tu sabor
se agitan como un lobo ya enjaulado.
Apartas el cabello de tu frente
y miras de reojo a mis apuntes.
Te gusta ser del todo sugerente
y ya lo sabes, aunque no preguntes.
Autor: Jorge de Córdoba
por mucho que ocultarlo ya pretendas.
Recuerdas mis andares por tus sendas
el roce de mis labios y tus dientes.
Tu perfume me llega desde lejos
y no importa que mires a otro lado.
Es tu mar que en lo dulce y lo salado
se insinúa a través de los espejos.
Intentas simular una sonrisa
cuando en tus ojos brilla la premura...
la flama que ya lanzas, su textura,
imponen al momento nueva prisa.
Autor: Jorge de Córdoba
los suspiros que guardas en tu pecho
andamos un sendero más derecho
en tanto escuchas todo lo que digo.
Charlamos sin palabras y sin prisas
absorbiendo las sales del aroma
que por tu causa surge, pues se asoma
un grito contenido entre las brisas.
Sujetas mis cabellos pues deseas
que disfrute las mieles nacaradas
Tus columnas abiertas, separadas,
ofrecen la mejor de las preseas.
Autor: Jorge de Córdoba
y busco en tu mirada la respuesta.
Una pregunta yace en este vaso
sin importar el tiempo o lo que cuesta.
Si sostienes el fuego de mis ojos
y sonríes de forma sugestiva
sabré que para mí son tus sonrojos
y la sangre hervirá por siempre viva.
El Capitán se yergue por Angustias
al sentir en su pecho los tambores
que disipan las horas antes mustias
despertando por ella sus amores.
Presiento que me tiene confundido
en un cortejo raudo y semejante
al perfume que vierte de su nido
y me acepta demente, ahora, amante.
Autor: Jorge de Córdoba
Las cartas boca arriba descubiertas
ofreces tus verdades, ya desnuda.
Me provocan tus piernas, hoy abiertas,
veremos si tu piel se tensa y suda.
Tiramos hasta el suelo mis papeles
en esta superficie de la mesa
Quemamos nuestra casa y los hoteles
arriesgando salir del todo ilesa.
Te gusta provocarme sin medida
en busca que se extienda tu delirio
tu piel que se enrojece ya impelida
pues te gusta que muerda hasta el martirio.
Autor: Jorge de Córdoba
No pienso describir las maravillas
que humedecen tu ropa en cada encuentro.
No quiero ni pensar en las orillas
del paraíso dulce de tu centro.
Sabes, mi Musa y diosa del deseo,
que los instintos brotan a tu paso.
A tu vera, la vida es un paseo
desde el amanecer y en el ocaso.
Tu sonrisa y la forma que aprisionas
tus labios entre dientes... me revienta.
Ese temblor que llega si implosionas
invita a que te toque, a que te sienta.
Autor: Jorge de Córdoba
