que plasmaron mis dientes en tus hombros.
Sonríes recordando los escombros
de la casa al gozar de nuestro embrujo.
Estrenamos la sala y escaleras,
postrados en las mesas y las sillas.
Las pasiones jamás serán sencillas
al quemar tu jardín de primaveras.
Tu perfume se queda entre mis dedos
y mi boca conoce tu sabor.
Tu estallido salvaje y su estertor
desencadena besos, suaves, quedos.
Autor: Jorge de Córdoba
al darle los matices más profanos.
Se amalgamaron cuerdos con insanos
disfrutando el placer en penitencias.
El color de tus glúteos señala
nuestro placer creciendo en tu entrepierna.
Suspiras por el gozo que te cierna
gritando tierna, dulce, un tanto mala.
Tu estómago apoyado en mis rodillas
y tu cuerpo rendido a convulsiones
repite sin final las ocasiones
que estallas entregando maravillas.
Autor: Jorge de Córdoba
incendia las esquinas de la cama.
El mundo te conoce como dama
cuando eres la fogata en mis canciones.
Me enloquece la furia desmedida
con la que tratas sales de mujer.
Disfruto tu morir y renacer
cuando tiemblas jugándote la vida.
Mis dientes rubricaron tus jadeos
al grabar con cuidado el estallido.
La ternura provoca un nuevo aullido
al causar tu temblor y contoneos.
Autor: Jorge de Córdoba
Nadaré entre tus sales incendiarias
No aguardo a que se llegue un nuevo lunes
y busco sin descanso nuestras ansias.
Estoy rompiendo el trato que tenemos
y te encuentro ocupada como siempre.
Entiendes que tu jugo y mi veneno
se crecen al saber lo que ya sientes.
Tu esencia de candela derretida
delata que tu mar está picado.
Sonríes de pasión con dulce prisa
al descubrir el fuego de mi faro.
Autor: Jorge de Córdoba
Endecasílabos asonantes
que viertes al momento que te entregas.
Tu placer a mi brama lo delegas
y dejamos de lado antiguos ritos.
Lo salvaje se impone en nuestro lecho
esparciendo el sabor de la abrasión.
Aprovechamos tiempo y ocasión
buscando enrojecer tu sal y pecho.
Invitas a mi brama te sacuda
por donde sea, en tanto no termine.
Mi fuego no permite que se opine
y borras de tus ojos miedo o duda.
Autor: Jorge de Córdoba
prendido con tus húmedas pasiones.
Yo disfruto escuchando las canciones
que tu aliento me entrega como un pacto.
El vendaje en tus ojos me permite
contemplar lo salvaje de tu entrega.
Es un deleite el ver cómo te llega
la brama de mi sangre y te derrite.
Exiges que te lleve con cuidado
y después me demandas la bravura.
El color en tu piel y su textura
reclama que me torne más osado.
Autor: Jorge de Córdoba
aprovechando el jugo que destilas.
Tu perfume de rosas y de lilas
desata travesura y malas mañas.
Si cocinas descalza me provocas
pensamientos profanos a granel.
Mis versares no quieren ya papel
y pugnan redactar mis ansias locas
en cada palmo, en cada superficie
de tu piel erizada por la brama.
Así que redactamos nuestra trama
con el beso que busca te desquicie.
Autor: Jorge de Córdoba
Te ruego no me mires de esa forma
que pierdo la cabeza y el recato.
Te pido que retires tus aromas,
mi “santo” nunca reza y yo me lanzo.
Si caminas moviendo la cadera
es suficiente para enloquecerme.
Enciendes todo el pábilo en mi vela
y sabes que mi brama solo crece.
Bien sabes que provocas cada poro
y gustas libertar las feromonas
motivando el delirio en este loco
que quiere navegar por fin tus olas.
Autor: Jorge de Córdoba
Endecasílabos asonantes.
Con el cuidado dulce del tremor.
Tus suspiros encuentran la salida
motivados por este nuevo ardor.
Separas las rodillas con cuidado
y brindas la mejor de tus miradas.
Pretendes que se llene nuestro vaso
con tus sales, las buenas y las malas.
Respiras convulsiones incendiarias
sujetando las sábanas con fuerza
Tus uñas dibujaron represalias
en tanto es tu placer el que resuena.
Autor: Jorge de Córdoba
Endecasílabos asonantes
a través de los muros de la casa.
Tu placer que me invita y amenaza
a escribir en renglones nunca míos.
Encontramos después de tanto tiempo
que tu cuerpo se amolda a mi pecado.
Así que me bebí tu dulce mano
después de que jugaste donde quiero.
Tus alas se abatieron de cansancio
y muestras lo dispuesto de tu nido...
La sal desparramada con un hilo
de dulce ensoñación, candente labio.
Autor: Jorge de Córdoba
Endecasílabos asonantes
más inclemente y dulce que se tiene
Tu aliento me señala que se viene
la convulsa respuesta por tu sismo.
Aprovecho tus múltiples finales,
tus cumbres y profunda vanidad.
Estrujo las ternuras y beldad
que derraman lo dulce de tus sales.
Es mi placer que pierdas la cabeza,
que tiembles un segundo maremoto...
Nuestro silencio yace, más que roto
ahora que quemamos la maleza.
Autor: Jorge de Córdoba
Rodilla a tierra, el beso descarado
arderá con las sales de tu pira
invadiendo el suspiro del parnaso.
Mis manos en tus muslos y mi boca
entretenida en darte cuanto tengo.
Arrancarás temblando nuestra ropa
usando cada pauta del destello.
Unimos a tu fruta mi delirio,
entonces, ya sorbiéndote la fuerza
te llevo por mi cielo y precipicio
disfrutando tu cuerpo cuando vuela.
Autor: Jorge de Córdoba
y el perfume en mis labios te recuerda.
Evoco cuando pides que te muerda
con la delicadeza de mis artes.
Nuestro lecho es un húmedo testigo
de lujurias vertidas ya sin freno.
El alarido dulce como el trueno
subraya lo que sientes y te digo.
Empujaste tus ansias a mis manos
y tus pétalos fueron complacientes
de forma que mis labios y mis dientes
saciaron tus secretos más profanos.
Autor: Jorge de Córdoba
de la dulce lujuria que vertimos.
Sin embargo, el placer con muchos timos
manifiesta el sabor que sorbería.
Tus columnas rendidas sin recato
expusieron la fuente de los mares.
Los temblores sacuden siempre en pares
y exprimen lo que tengo para rato.
El silencio se ausenta de la casa
y los jadeos prenden las sirenas.
La fuerza que se escapa de las venas
es la misma que enciende toda brasa.
Autor: Jorge de Córdoba
es una esencia dulce y transparente.
Es una hebra de fuego sugerente
que provoca un gentil desfallecer.
En esa intensidad nos va la vida
pues el aliento escapa sin remedio.
Tu cuerpo que disfruta del asedio
entrega todo ascenso y su caída.
Lo gentil lo dejamos para luego
ahora lo que quieres es salvaje,
derramar los sudores y potaje
por la pasión que crece en cada ruego.
Autor: Jorge de Córdoba
pues aguardas desnuda en esta casa.
Disfrutas provocar lo que nos pasa
destilando el aceite del enebro.
Tu mirada sacude la cornisa
y mis columnas tiemblan de deseo.
Recorrer tu cadera es un paseo
que se hace con cuidados y sin prisa.
Llegan temperaturas y sudores
que aparece en la roja irritación.
Aumentan los suspiros y tracción
disfrutando el mejor de los ardores.
Autor: Jorge de Córdoba
en tu cuerpo la brama de lo extremo.
Hundimos en tu mar, falange y remo
trazando con cuidado cada fase.
Tu aliento describió con su bramido
lo intenso y lo frecuente del impacto.
Mostraste tu deseo por el tacto
del cuero, su candor y su sonido.
Ofrendaste la piel de tu manzana
al abrirla con lujo de detalle.
Suplicas que mi fuego nunca calle
y describa la copla más insana
estampando mi mano con bravura
al inspirar temblores de hedonismo.
Caímos en el cielo del abismo
en busca del pecado que te cura.
Autor: Jorge de Córdoba
específico y dulce, todo vale.
Cuando sientes que el alma se te sale
en la cadencia eterna, en cada giro.
Cuando ofrendaste toda tu arrogancia
dejando el paraíso al descubierto.
Te permites volar por mar abierto
flotando en el sabor de tu fragancia.
Disfrutas empujando cuesta arriba
al frotar tu manzana con demencia.
Aprovecho que viertes de tu esencia
y quieres que en tu cuerpo todo escriba.
Autor: Jorge de Córdoba
la que abriga y resguarda al invasor?
¿Qué sucede en el fuego de la diosa
cuando con besos nace un nuevo ardor?
¿Acaso se despiertan las mareas
en esas trepidantes lengüetadas?
¡No controlas el ansia y contoneas
las caderas, ahora ya empapadas!
¿Qué pasa con tu piel salada y roja?
Manifiesta una brama incandescente.
Aprovecho tu grito y paradoja
cuando pides que pare y luego vente.
Autor: Jorge de Córdoba
al deseo que sientes por tocarnos.
Te gusta recibir por todos lados
la pasión que sonroja tus claveles.
Una vez que aprendimos de la flama
nos quemaron pasiones suculentas.
Tu fuego es el pabilo de las velas
y encendimos la curva ya quemada.
Delicada manera de morir
en un orgasmo dulce y consentido.
Hilvanamos el fuego con un hilo
que busca la fricción en un desliz.
Autor: Jorge de Córdoba
Endecasílabos asonantes
pinto tu anatomía con mis trazos
desatando los gritos de la luz
en tus pliegues candentes e irritados.
Mis falanges dibujan dentro tuyo
los deseos cargados de hedonismo.
Te contraes; empujas y te empujo
al unir la lujuria con el ritmo.
Causas que mi simiente enardecida
lubrique tu secreto electrizante.
El gemido es la pauta de mi prisa
frotando lo mejor de nuestra carne.
Autor: Jorge de Córdoba
Endecasílabos asonantes
se desliza despacio cuesta arriba
Suplicas que mi lengua te describa
los volcanes que siempre me presumes.
Te gusta presumirme tus escotes
provocando que tiemblen mis pecados.
Tu vestido cumplió con los recados
y mi brama se agita tras barrotes.
Te reclinas coqueta por la tabla
demostrando que abajo nada llevas.
Con tu fuego me matas pues elevas
la pasión de un pirata que nos habla.
Autor: Jorge de Córdoba
que guardas en tus pétalos mojados.
Así que deslicé por todos lados
mi brama provocando gran fricción.
Tus dientes se tatuaron en mi torre
con la ternura propia en tu demencia.
Disfrutamos el fuego y penitencia
y al gozar tu bondad al fuego corre.
Tu grito me motiva a ser salvaje
y gustas que te lleve hasta la cima.
En tu cuerpo escribimos nueva rima
arrancando tu prenda y fino encaje.
Autor: Jorge de Córdoba
convulsas exigiendo mayor brío.
Disfrutas que se ejerza poderío
en fricciones por tantos dulces lares.
Tu cabello se enreda entre mis dedos
en tanto empujas todo lo que tienes.
En un momento gritas y te vienes
soltando los suspiros ya más quedos.
Tu fruta enrojecida se anticipa
al mostrar el camino del pecado.
A besos me permito un gran bocado
ya que nuestra pasión no se disipa.
Autor: Jorge de Córdoba
hasta que se despierten tus reflejos.
Inventamos un beso desde lejos
en caricias tan húmedas que sientes.
Permites que mi boca te enloquezca
en un amanecer pecaminoso
que quema tu algodón tan belicoso
hasta que un nuevo día desfallezca.
Si tiemblas o si gritas de placer
dedico mi atención al dulce punto.
Si separo, si jalo o solo junto
es por amar a toda una mujer.
Autor: Jorge de Córdoba
incendiar los balcones de la plaza.
El beso como el roce de una maza,
agitando tus mares, así me hieres.
Sonríes con lujuria y sin recato
paseando en tus labios mis sentidos
desatas la locura en los latidos
y tu aroma confirma un dulce dato:
Tus manjares salados y a la espera
tienen mi nombre presto a tus deleites.
Nuestros cuerpos brillando en los aceites
apenas llegarán a la escalera.
Autor: Jorge de Córdoba
