Juramos que el amor no bebería
de la dulce lujuria que vertimos.
Sin embargo, el placer con muchos timos
manifiesta el sabor que sorbería.
Tus columnas rendidas sin recato
expusieron la fuente de los mares.
Los temblores sacuden siempre en pares
y exprimen lo que tengo para rato.
El silencio se ausenta de la casa
y los jadeos prenden las sirenas.
La fuerza que se escapa de las venas
es la misma que enciende toda brasa.
Autor: Jorge de Córdoba
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