Abatidas, mojadas de placer.
Permites a mi falo recorrer
tus llanuras con sales que despiertas.
Sonríes con maléfico descaro
al morder la falange de tu dedo.
El corazón, en grito cuasi quedo
se sacude latiendo en un disparo.
Con tus senos, libertos de ropajes,
provocas que mis labios ya saliven.
Derramamos caudales que reviven
desgarrando mi fuego en tus encajes.
Autor: Jorge de Córdoba
con los ojos clavados en mi pecho.
Disfruta anticiparse, es su derecho,
y sacude la brama, como brisa.
Me muestra su manzana ya dispuesta
al caminar despacio en mi contorno.
Su pasión, en un punto sin retorno
conoce lo que vale, lo que cuesta.
El encaje resbala por sus brazos
y me roba el aliento sin cuartel.
Mi sangre, que galopa cual tropel
se prepara a rompernos en pedazos.
Autor: Jorge de Córdoba
Esa impuntualidad característica,
la forma que motivas mis proyectos
y tu mirada fresca cuasi mística.
Tus labios atrapados entre dientes
causando que se vierta dulce sal.
Los gestos que parecen inconscientes
con la fuerza del bien en tu portal.
Desatas tu vestido con cautela
dejando que en tus piernas se deslice.
Enciendes los candores de una vela
logrando que la flama se matice.
Me tienes empapado entre tus jugos
otorgando tus pétalos de flor,
ya conviertes tus piernas en mis yugos
subiendo con mis besos el calor.
Autor: Jorge de Córdoba
El perfume que flota en la ciudad
es la fuerza feliz de un sentimiento.
Figuras que las nubes, por el viento,
revelan picardía en tu maldad.
Despiertas mis instintos de apareo
y sabes desatar a los demonios.
Mis sentidos presentan testimonios
de tu sabor sintiendo un gran mareo.
Después de caminar siguiendo tu huella
te encuentro, como siempre, tan lozana.
Eres el campanario y la campana...
eres la Musa y fuego que destella.
Perdona, soy un necio redomado,
pero lo que provocas me enloquece.
El mundo se desluce, empequeñece,
al probar de tu cuerpo lo salado.
Autor: Jorge de Córdoba
Tu mirada salvaje y descuidada,
delata la intención de conquistar.
Me pasmo y necesitas un chistar
que despierte a mi mente conquistada.
La fruta se deshace entre tus dientes
y presumes tu forma de comerla.
Enloquezco pensando que tu perla
delata lo que siento y lo que sientes.
Si caminas descalza me derrumbo
con la belleza pronta de tus pasos.
Que ya quiero beberme de tus vasos
tus perfumes, candores, son mi rumbo.
Autor: Jorge de Córdoba
destellos en tu rostro colora´o.
Tu dulce a mi lengua siempre escalda
dejando mi calor desespera´o.
Permites que mis ojos te acaricien
de maneras sutiles y atrevidas.
Consigues que mis bramas se desquicien
mostrándome tus prendas ya caídas.
Tu cintura se mueve muy despacio
causando que mi pecho se sacuda;
me muestras el ajuar de tu palacio
en donde no se admite sacra duda.
Autor: Jorge de Córdoba
desafiante,
candente y poderosa.
Comprendo,
tu pasión es todo un arte,
y quieres
mis rocíos en tu rosa.
Tus curvas
enrojecen a mi tacto
y separas
tus pétalos turgentes
Encontramos
placer, el punto exacto,
motivando tu
piel y nuestras mentes.
El perfume
vertido sin cuidado
motiva que
arreciemos la embestida.
Me pierdo
por tu fruto ya salado
sorbiendo tu
delirio y estampida.
Autor: Jorge
de Córdoba
que pones tu confianza de por medio.
Me pides que te busque con asedio
y te prenda en las flamas siempre nuestras.
Te gusta que te lleve a los extremos
y presione los límites prendidos,
de forma que desatas alaridos
al sentir el placer de lo que hacemos.
Al tiempo que enrojecen tus caderas
exploras con tus dedos temblorosos
los bordes de tus frutos, que jugosos,
estallan empapando mis praderas.
Autor: Jorge de Córdoba
Gustas de sensaciones más intensas,
que enrojecen tus curvas a mi tacto.
Así que lo firmamos en un pacto:
expandir el placer y recompensas.
Tu grito de silencio incandescente
describe la pasión que te sacude.
Pretendes que mi falo te desnude
sacudiendo los fuegos de tu mente.
Disfrutas que tus glúteos convulsen
al quedar estampados de caricias.
Explotando al placer, ya te desquicias,
pidiendo que mis ganas nos impulsen.
Autor: Jorge de Córdoba
Respiro de tus pétalos y sales
las esencias que brotan en goteo.
Es cierto, me provocas un mareo
al abrir a mis besos tus portales.
Me sujeto a tus piernas con malicia
gozando los suspiros que te invaden...
Cortas horas, minutos nos evaden,
si manejas mis ansias con pericia.
Tu voz se desvanece en el segundo
que tu fruto enrojece con delirio.
Disfruto que tus uñas, un martirio,
describan en mi espalda nuestro mundo.
Autor: Jorge de Córdoba
No te equivoques, quiero enrojecer
cada palmo del monte que me guardas.
Derribaré columnas y sus bardas
buscando te sublimes, mi mujer.
Mi aliento quemará tus capiteles
de forma que respires mil pasiones.
Es tiempo que permitas a tus dones
estallar superando decibeles.
No te equivoques, somos la encomienda
de irreverencia plena y encendida.
Verás cómo renaces a la vida
logrando que la flama nos extienda.
Autor: Jorge de Córdoba
Caminan muertos todos los poetas.
O aquellos que asumimos respirar
la dulce poesía en los cometas...
en astros que prosiguen su girar.
La Musa recrimina la tardanza
pues el verso quedose detenido.
Que tristeza, que fallo en la bonanza,
su voz se transformó con un quejido.
Improvisamos tantos malabares
que nos dimos de frente en los relojes.
Visitemos los antros y sus bares,
los molinos de viento con sus trojes.
Autor: Jorge de Córdoba
antes que las palabras fuesen dichas.
Acaso tu sonrisa de pradera
moviese los tableros y las fichas.
Sonríes con mi vida entre tus manos
al robarme del aire su motivo.
Tus ojos me someten, muy ufanos,
atando mi razón: sentirme vivo.
Me sorprende el poder, calor intenso,
que desatas fingiendo indiferencia.
Me conquistas, dejándome indefenso,
al fuego de tu andar y su cadencia.
Autor: Jorge de Córdoba
Hasta que el corazón se me renueve
seguirá sacudiendo mi existencia
Lo grito con la fuerza de sentencia:
el amor, sin embargo, todo mueve.
Me prohibieron verte en este mundo
sin saber que con ello fortalecían
los besos que en mi pecho te latían:
te siento, para siempre en un segundo.
Tus ojos se grabaron en mi mente;
tus curvas se amoldaron a mis manos...
Te llevo en pensamientos más que insanos
provocando una brama, dulce, urgente.
Autor: Jorge de Córdoba
Debo decir que siento en las entrañas
mil vibraciones raudas de pasión.
Un conjunto de fuego y abrasión
que desatas sonriendo con tus mañas.
Tu mirada de fuego impertinente
me confunde, me prende en los lugares
más impropios. Me muestras los lunares
que guardas en tu fruto ya turgente
causando que se prendan los maderos.
Te deleitas al verme ya prendido
y muestras que la sal está en el nido
esperando que rompa tus aleros.
Autor: Jorge de Córdoba
son tus columnas ígneas y turgentes
rendidas, en el fondo de la pista
moviendo mis instintos más urgentes.
Sostienes un café con desparpajo
gustando del elíxir encendido.
Tus dedos acarician desde abajo
inyectando tu fuerza en mi latido.
Me miras, provocando la demencia
de forma que me tiendes una la flama.
El café palidece con tu esencia
dejando para luego nuestra cama.
Autor: Jorge de Córdoba
Me preguntan si todas las mujeres
nos tienen agarrados del gañote.
Si sientes que te pegan con garrote
y te lleva hasta el cielo de placeres...
Si te roba el aliento cuando mira
y acelera tu pulso en una charla...
No tienes más remedio que adorarla
y quemarte en el fuego de su pira.
Tienes la alternativa del secreto,
vivir enamorado y excluido.
Andarás como un Ícaro caído...
cómo adorno en jardín, un simple seto.
Si tienes el valor que se precisa
al conquistar las sales de sus sueños...
Sabrás que del amor no nacen dueños
sino amantes. El fuego no improvisa.
Autor: Jorge de Córdoba
Contaba los milímetros que tienes
del ombligo hacia el sur, al paraíso...
Postrado, con rodilla sobre el piso
me bebí los segundos cuando vienes.
Descubrimos tu fuerza delicada
que explota y convulsiona por tu seno
Mi paladar, se sacia, ahora lleno
del azúcar salada y desbocada.
Respiro los temblores que te aquejan
al sentir que tus dedos nos invitan
Los besos, que te gustan, que te gritan,
prosiguen la tortura y nunca cejan.
Autor: Jorge de Córdoba
