Con los ojos cerrados me demuestras
que pones tu confianza de por medio.
Me pides que te busque con asedio
y te prenda en las flamas siempre nuestras.
Te gusta que te lleve a los extremos
y presione los límites prendidos,
de forma que desatas alaridos
al sentir el placer de lo que hacemos.
Al tiempo que enrojecen tus caderas
exploras con tus dedos temblorosos
los bordes de tus frutos, que jugosos,
estallan empapando mis praderas.
Autor: Jorge de Córdoba
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