Describo en tu cadera y por tu ombligo
los suspiros que guardas en tu pecho
andamos un sendero más derecho
en tanto escuchas todo lo que digo.
Charlamos sin palabras y sin prisas
absorbiendo las sales del aroma
que por tu causa surge, pues se asoma
un grito contenido entre las brisas.
Sujetas mis cabellos pues deseas
que disfrute las mieles nacaradas
Tus columnas abiertas, separadas,
ofrecen la mejor de las preseas.
Autor: Jorge de Córdoba
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