Prometimos hablar en esta cita,
sin tocarnos siquiera, solo charla.
Sin embargo, el demonio se desquita
y renace un perfume que me parla.
La caricia en un beso de café
a la taza que tienes frente tuyo;
tu mirada que quema y todo ve
invita a la locura que ya intuyo.
No quiero ni mirarte, pues entiendo
que mis ganas no pueden ser sosiegas
por un instante lucho y me defiendo
sin embargo, sonríes mientras niegas.
Me tienes en la mano prisionero
en tanto tu vestido se levanta
disfrutas postergar mi lado fiero
demuestras ser juiciosa, no una santa.
Autor: Jorge de Córdoba
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