El hombre despertó
su soledad
sin saber, ni
siquiera, que existía...
de pronto conoció,
de la beldad,
el mayor renacer de
la agonía.
La luna iluminó su
madrugada
oculta por la noche
sin estrellas.
Resulta que no supo
nunca nada
escapando de tantas
cosas bellas.
Nació de su
costilla, eso nos cuentan,
aquella que se llama
paraíso.
Por Eva las delicias
solo aumentan
por el amor que
siempre y siempre quiso.
Autor: Jorge de
Córdoba
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