Tendida boca abajo y ya dispuesta
temblando de lujuria anticipada
te muestras desafiante y empapada
dispuesta a cubrir lo que te cuesta
caminar irritada por semanas
pues te gusta que lleve la encomienda
al extremo del látigo y la rienda
que provoque gemidos y campanas.
Con tus manos separas la cobija
de la zonas perfectas y fervientes.
Tu grito que describe lo que sientes
suplica una marea más canija.
Autor: Jorge de Córdoba
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