lunes, 23 de mayo de 2016

Sal Desesperada




Me declaro culpable sin protesta
pasmado por tu cuerpo humedecido.
Calientas el rincón de nuestro nido
con pícara sonrisa manifiesta.

Llevas encadenados mis reflejos
con toda alevosía e incongruencia
después de señalar mi penitencia
me derrites y llamas desde lejos.

Me llego a tu escondite en madrugada
y rapto lo mejor de tus delicias.
Es cierto que por siempre me desquicias
con candente sal desesperada.

Autor: Jorge de Córdoba

No hay comentarios:

Publicar un comentario