No conozco
un manjar tan suculento
igual a tu
manzana y su mitad.
Su forma que
enloquece, en tempestad
me motiva a
comerla, muy, muy lento.
El néctar
que derramas encendida
me provoca,
me prende y desenfrena.
Mi boca en
tu sabor jamás se llena
y se apuesta
la brama con mi vida.
Tu manzana
enrojece lentamente,
transforma
su sabor tan delirante
que se
yergue temblando como amante
y se agita
soltando tu torrente.
Autor: Jorge
de Córdoba
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