Se funden los formones con
maderas
en trazos de las líneas más
fluidas.
De pronto se dibujan tus
caderas
en los pasos que tanto y
tanto cuidas.
Te acercas silenciosa y
delicada...
poderosa, sudando las
pasiones.
Provocas que mi sangre,
desbocada,
anticipe tus roces y
abrasiones.
Apagamos las máquinas de prisa
y prendemos tu fuente de mujer...
Tu piel es un tornado con la brisa
que perfuma lo dulce del querer.
Autor: Jorge de Córdoba
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