La taza de café que se reposa
en tu regazo, prende mis entrañas
con la caricia rauda de las flamas
y el golpe interminable de las olas.
Mi atención palidece y se divide
pues tu cuerpo se cubre de vacíos...
los frutos de tus ansias, siempre míos,
acallan del café lo que me dice.
Acaricias la taza por sus bordes
y muerdes en tus labios mi demencia.
Me motivas la brama con tu amnesia
al olvidar la ropa mientras sorbes.
Autor: Jorge de Córdoba
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