Con magra alevosía
me empapé con tus sales...
buscamos en el fuego
las caricias profanas
vertidas con
temblores de entregas pasionales
en toda superficie:
las curvas y las llanas.
Mordiste la textura
de mi falo y mi glande
al tiempo que
entregabas tu vulva enrojecida.
Sentimos que la
brama todavía se expande
transformando una
noche en fuego de la vida.
Tus manos, en
cadenas de negros algodones,
se crispan al
orgasmo receptivo que entregas.
Escucho de tu
aliento los gritos y canciones
nacidos del momento
que clamas cuando llegas.
Autor: Jorge de
Córdoba
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