Aquella noche vimos la cordura
rota y desprotegida de pudores
así que dilüímos dos amores
y probamos la fruta ya madura.
Tu compromiso acusó con olvido
pues conjugamos fuego y experiencia
con el fruto del árbol de la ciencia
y el candor reservado ante el bramido.
Dejamos que los títulos se fueran
y vertimos pasiones tan impúdicas
que las noches crecieron, frescas, ¡lúdicas!
logrando que los miedos se nos mueran.
Autor: Jorge de Córdoba
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