Un suspiro se escapa desde el pecho
y tus manos se prenden de la tela
empapada en las sales por el lecho
mientras quemas el pábilo de vela.
La sal de tu cadera me recibe
y clama por la fuerza en la fricción...
se vierte del anís, en nuestro aljibe,
lo mejor que brindamos en acción.
Juntamos de las ganas el pecado
con la gloria perfecta de dos pieles
comí de tu manzana los bocados
obteniendo sonidos más que fieles.
Autor: Jorge de Córdoba
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