El beso que derrama
y todo quema...
el roce
incontenible, delicado,
se queda sobre piel,
de palma y yema,
tomando un alarido,
fuerte, amado.
¿De qué le
beneficia al versador
robar de las palomas
el arrullo
si muere por un
fuego abrasador
al verse ya caído
en un murmullo?
Perdido,
desgraciado, sin sentido
perece el soñador
en la llanura
de páginas carentes
de latido
que anhelan reposar
en tu cintura.
Autor: Jorge de
Córdoba
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