Jamás te refrenes, jamás te contengas...
vierte tus cadencias en un suspirar
que rompan licencias, que te hagan girar...
que estallen tus sienes en cuanto te vengas.
Respira despacio, jadea a lo loco...
no muestres temores, ni misericordia
o pena. Temblores por una concordia
en rojo topacio del dulce sofoco.
Desecha tus miedos, desliza tus manos...
Que toquen las sales y muestren los dulces
de aquello que vales en tanto produces
los francos remedos de amor y villanos.
Autor: Jorge de Córdoba
Dodecasílabos a doble rima
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