y apuestas domingueras. Tus aromas
candentes, tentadores como tartas,
me invitan a tu nido de palomas.
Tu blusa abandonó la competencia
cediendo a los latidos que me auguran
sumergirme en las mieles de tu esencia...
En tanto, tus cadencias, me torturan.
Las apuestas se tornan atrevidas
y gustas que mis ojos te incineren.
Nuestras cartas quedaron esparcidas
en el sudor de cuerpos que se quieren.
Autor: Jorge de Córdoba
Muy bonita... De ésta me gusta la idea
ResponderEliminarCelebro ter haya gustado.
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