En la cueva de sal y terciopelo
descubrimos el dulce paraíso.
Tu sabes, mi Señora, un majadero
busca tu ayuda para todo filo.
Es cierto, mi Señora, tu perfume
provoca desvarío y la lujuria
que a todos los cielos me sube y sube
a causa de tus jugos, fresca Tulia.
Mis ojos se deleitan a tu paso
y robas los jadeos más dementes.
Disfrutas que me tiemble cuerpo y mano
al describir aquello que me dejes.
Autor: Jorge de Córdoba
Endecasílabos asonantes
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