Me muestras que tus pétalos prendidos
se mojan preparando nuestro encuentro.
Se enrojece la fuente de tu centro
provocando placer en alaridos.
Tus dedos que torturan los botones
tiemblan estremeciendo las llanuras
brillantes, pues se erizan las alturas
y se contraen prestos tus blasones.
Invitas a que frote mi demencia
en aquellos rincones reservados.
Usamos bastos fuegos tan salados
que vertiste en el grito y su cadencia.
Autor: Jorge de Córdoba
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