Escuché al corazón con mis falanges,
el dulce del temblor en un suspiro...
Tu voz me transportó del paraíso
a lo rosado en todos tus portales.
Tu respirar se torna incandescente
destilando la sal en tus columnas...
Me sostienes, me jalas y me empujas
enloquecida. Y todo, todo crece.
El sudor se combina con el viento...
y tu sabor me prende las entrañas.
De pronto, gritas, clamas y te callas
empapando de soles nuestro cielo.
Autor: Jorge de Córdoba
Versos endecasílabos asonantes.
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