Logré coleccionar las sensaciones
que despiertas en nuestro anochecer.
El perfume que viertes, mi mujer,
convoca las perfectas abrasiones.
Suspiros clandestinos,
temblores desatados…
la sal en tus costados
destila dulces vinos.
Declaro ser ladrón, contrabandista.
No pretendo fingir la parquedad.
Hoy, me bebo tu flor y tu beldad,
al seguir de tu aroma dulce pista.
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