El sabor de tu piel
-nos intoxica-
y lleva una demencia
desbocada.
Se derrite la noche
congelada
nuestro pecado atrae
y gratifica.
Pinté con tus
rocíos aleluyas
los tizones de
gracia y ambrosía.
Quemamos en tu
cuerpo la manía
uniendo mis pasiones
a las tuyas.
Arranqué de tu
vientre los destellos
que sacudieron
nuestras peripecias.
El sabor de tu sal y
tus especias
sacude de tus pies a
tus cabellos.
Autor: Jorge de
Córdoba
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