Si después de un café con un olvido
se desmorona el suelo y la cabeza...
me concentro en la luz y en el sonido
buscando apuntalarme de entereza.
La mesera -que muda y transparente-
atestigua arrebatos en las fojas.
Las letras en su forma tan perene
me gritan moldeando paradojas.
La escucho sonreír a mi costado...
entiendo que ha leído los renglones
y se sorprende al verme sonrojado.
Resulta que los versos son pregones
a sus manos y eterna diligencia.
La observo con cuidado y su rubor
se acentúa. A su aliento en decadencia
le cambia la manera y el sabor.
Ahora su mirada es penetrante
y se sienta despacio a mi derecha.
Nuestra rima ha cambiado en un instante
y sonríe, de pronto, satisfecha.
Autor: Jorge de Córdoba
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