Te conmino a que pierdas el respeto
que dejes aflorar tu loco instinto
restregando tus labios en secreto
no te importe el lugar, desata el cinto.
Permiten que tus dedos representen
mi lengua recorriendo tu manzana.
¡Cuidado! tus jadeos comprometen
y acaricia de forma más insana.
Si aprietas el botón, el paraíso,
intenta no gritar a tu manera.
Procura que tu rostro ya rojizo
se resguarde en tu dulce cabellera.
Recuerda: representas los anhelos
de todos los deseos que cargamos.
Tu mano, que se mueve tras los velos,
es mi fuerza en los besos que entregamos.
Autor: Jorge de Córdoba
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