Tu mirada encendida y delatora
no consigue esconder lo que deseas.
Es cierto, por momentos, me mareas
con tu conducta suave y tentadora.
Te conocí en un día de tormentas
ofreciendo mis remos a tu barca
Ahora que el deseo es quien nos marca
coincidimos en citas más que lentas.
Nuestras sillas se acercan poco a poco
y roces de rodillas nos alientan
a buscar nuevas brasas que alimentan
el temblor que te eriza si te toco.
Autor: Jorge de Córdoba
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