Escucho los suspiros clandestinos
que se escapan quemando tu garganta.
Veremos si el deseo nos aguanta
hasta que se derramen nuestros vinos.
Ahora que tus labios se enrojecen
y el brillo en tu mirada me ilumina
sabrás que la pasión jamás termina
es mayor, como vinos que envejecen.
Tu corazón que danza embravecido
declara la intención de lo inflamable.
El mar, que por mis besos es potable,
ya perfuma tu piel y tu vestido.
Autor: Jorge de Córdoba
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