Tengan cuidado, viejos camaradas,
retengamos la sangre en nuestras venas.
Que aparecen las diosas desatadas
y atrapan con su canto de sirenas.
Imposible mirarlas desde lejos
si caminan en toda la ciudad.
Tantos escaparates con reflejos
nos remiten su gracia y su beldad.
Si la Musa decide conquistaros
ya pueden someterse a sus deseos.
Los harán resistentes a disparos
con lerdos tropezones y seseos.
Autor: Jorge de Córdoba
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