Si estás nerviosa, entonces no lo hagamos.
No busquemos remar las tempestades
a besos encendidos de bondades
y solamente démonos las manos.
Si temes se desaten los infiernos
que llevas escondidos tras tus ropas,
bebamos con cuidado de las copas
y olvidemos momentos cuasi tiernos.
Sentirás cuando llegue tu momento
en el perfume fresco que se siente
por el aire. Es aquel que está caliente,
el mismo que ya sientes no tan lento.
El que acaricia toda tu garganta
y reclama se llene de potaje.
Sentirás que nos sobran falda y traje
y no quieres seguir la vida santa.
Autor: Jorge de Córdoba
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