Ya no me preocupa si respiras;
tu rostro enrojecido dice todo.
Encontré la manera y santo modo
de quemar paraísos si me miras
al momento que tiemblas mi deleite
ofrendando tus ganas sin control
el lecho se transforma en un perol
al verter los perfumes y el aceite.
Tus columnas abiertas ya me invitan
a que frote con júbilo creciente.
Sentimos nuestra noche más caliente
en tanto tus sonidos nos excitan.
Con tus dedos crispados ya dibujas
el fuego que te quema con mis besos.
Me quemas con temblores y embelesos
apretando mi vida cuando estrujas.
Autor: Jorge de Córdoba
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