Me rehúso a pensar en tu sonrisa.
Niego experimentar las convulsiones
nacidas del recuerdo de la brisa
que surge de tus dulces abrasiones.
No quiero recordar esa caricia
de tu monte en mis labios y mis dedos.
Imposible evocar la gran delicia
de tus suspiros cálidos y quedos.
Tu manera salvaje y delicada
de quemar nuestros cuerpos en delirio
hace que todo mundo sea nada
y tus ausencias crecen mi martirio.
No te sorprendas, fuego de volcanes,
si en tus sueños rozamos tu textura.
Si acaso te despiertan tus afanes
es mi mano que frota ya segura.
Autor: Jorge de Córdoba
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