Con miradas furtivas de por medio
y caricias discretas a destajo
disfrazamos al fuego como tedio
mojando la montaña, desde abajo.
Mis dedos dibujaron maravillas
empapados en jugos de delirios.
Rompimos las maderas y las quillas
quemando nuestros barcos con los cirios.
Con la boca entreabierta nada dices
y solo parpadeas tu malicia.
Intentas impedir que te deslices
en intensa espiral que te es propicia.
Autor: Jorge de Córdoba
Es hermosa esa sensualidad que dibujas en ella y se mezcla con esos toques de picardia. Precioso. Un abrazo!!!
ResponderEliminarLa Musa es... para fortuna de los mortales... insaciable.
EliminarSin picardía sería muy monótona la vida.
Graicas mil Eli por leerlo y comentarlo.
Un abrazote.