Perdona
que lo grite a cuatro vientos
lo que
causas en cada despertar.
Mi corazón
pretende desertar
al
perseguir tus formas, tus alientos.
Hoy
propongo escribir en tu costado
los versos
atrevidos y sonoros.
Aquellos
derramados cual tesoros
entre
columnas rosas y dorado.
Anhelas
que profane con ahínco
los bordes
de tu fruta bendecida,
pues
doblas tu cintura, ya rendida
y empapas
a mis dedos, a los cinco.
Autor:
Jorge de Córdoba
La lluvia de oro y plata ha comenzado , no sé cómo puedas detener, los dos nos encontramos empapados , lo siento ya no hay nada que hacer.
ResponderEliminar