Hay algo suspendido en el ambiente...
una esencia, un perfume enloquecido;
un susurro de flamas, un gemido...
un temblor anhelante, más caliente.
Se respira una fuerza, una inquietud...
un toque arrebatado de quimeras.
Como aquellas caricias, las primeras
que despertaron luz de juventud.
Se otean dulces sales derramadas
de formas inquietantes y prendidas
Se deslizan las gotas ya vertidas
en los gajos de frutas empapadas.
Autor: Jorge de Córdoba
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