Me distingue el pecado entre las cejas.
Marca de nacimiento inconfundible
me separa del hato y las ovejas
con una rabia cruenta incombustible.
La maestra abrevó mi sed temprana
mostrando la manera de crecer
mi locura encendida ya tirana
tomando de su cuerpo un florecer.
Han pasado los lustros y la encuentro
tan fresca, como siempre y tan hermosa...
Compartimos temblores y epicentro
retomando el rocío de su rosa.
Autor: Jorge de Córdoba
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