Las paredes que tiemblan tus sonidos
son franco testimonio de las uñas
que marcaron a fuego los bramidos
vertidos por los mazos y las cuñas.
Las maderas que crujen en la cama
festejan todo el brío que despliegas...
al amar no escatimas ni una flama
y viertes esa sal que nunca niegas.
La ruta a la recámara es perfecta
para dejar la ropa que te sobra.
En la noche elegida, la selecta,
vertimos el veneno de la cobra.
Autor: Jorge de Córdoba
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