Nuestras manos temblaban en las sales
unidas al verterse por tu monte.
Fue mi beso sagaz y polizonte
que logró conquistar tus arenales.
Los sonidos que escapan de tu boca
me enloquecen prendiendo la llanura
pues el sabor que ofreces con locura
incita la pasión augusta y loca.
Te mueves pretendiendo que bautice
los secretos que guardas a mi brama
entonces, empapamos nuestra cama
causando que en tus dentros me deslice.
Autor: Jorge de Córdoba
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