Mi vientre grita, aullando los temblores
que causa la mujer con su sonrisa.
Si vuela su cabello con la brisa
escucho en mis costillas dos tambores.
Bien lo sabe, tramposa y cruel artrera.
Sabe lo que provoca en el tablado,
en la calle, en su paso por la acera...
dejando a todo mundo atolondrado.
¡Brindemos por el paso de la Musa!
Aquella que sonríe con malicia
al lanzar su mirada que me acusa
de otear por el viento su delicia.
Autor: Jorge de Córdoba
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