
Descubro que me
sobra la distancia
y calan los
silencios que se cuelan
por tablas y tejados
de la estancia
haciendo que las
horas siempre duelan.
Me impongo
silenciarme los olvidos
y busco por las
calles otra musa.
Una dama que anhele
los sonidos
de prosa que
atraviese saco y blusa.
Es cierto que el
bullicio me sosiega
y por instantes
logro reposar.
Pero el alma por
siempre se me niega
y pugna por buscarla
y regresar.
Pasada media noche
ya descansa
la inquietud de un
versar enamorado.
La sangre de locura,
ahora mansa,
se muere por estar a
su costado.
Autor: Jorge de
Córdoba
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