Sostengo tu mirada, que anhelante,
suspira con el fuego más sublime.
Gozamos de tu aliento cuando gime
esa pasión urgente y expectante.
Sabes que me enloqueces con tu boca
al verla enrojecer por las pasiones.
Disfrutamos aquellas ocasiones
en que a besos te vuelves dulce y loca.
Descubrí los sabores de la vida
a un palmo de tu ombligo descubierto.
En el monte, en el llano, en tu desierto...
buscamos tu pasión y su salida.
Autor: Jorge de Córdoba
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