Olvida lo que sientes, lo que siento.
Elimina el temblor involuntario
nacido con el roce de este viento
en llanura y montículo estepario.
Restaña, del salitre incandescente,
la pasión que vertimos sin medida.
Retira tu figura de mi mente
y termina de nuevo con mi vida.
Y entonces, expulsado en la memoria,
tendré la libertad de enamorarme.
Si me enamoro siempre de tu gloria...
no tienes el derecho de culparme.
Autor: Jorge de Córdoba
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