Apostamos el alma en cada beso...
en esa servilleta con tu nombre;
en ese parpadeo intermitente
en cada movimiento de tu baile.
Nos miramos de lejos, incumpliendo
las reglas de etiqueta y compromiso.
Mandamos al olvido a nuestras citas
y hablamos sin palabras, en silencio.
De pronto, nuestros labios se encontraron
y el entorno cambió de panorama.
Quemamos las pasiones desbocadas
sin importar que todos nos veían.
Tú, la diosa. Yo, un loco bucanero.
Los gritos de tu cuerpo perfumado
firmaron mi sentencia de por vida:
Quemarte las entrañas palmo a palmo.
Autor: Jorge de Córdoba
Endecasílabos libres, formato Vacío Puro
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