Para morir no existe alternativa
si duele el corazón con solo verla.
Sus ojos de aceituna o negra perla
con alguna mirada más que altiva.
Mis sentidos se alocan con su baile
y siento que se crecen los latidos.
De pronto se aparecen mas gemidos
¡Lo siento, no presumo ser un fraile!
Si vieras que el tablado se reclina
cuando ella se descalza por el suelo.
Su cabello es la flama en amplio vuelo
que crece, se sacude y no termina.
Autor: Jorge de Córdoba
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