miércoles, 6 de julio de 2022

La dulce muerte


Escuchaba canciones plañideras

plenas de una alegría improvisada...

debo reconocer, sentí la nada,

la rabia del vacío y sus maneras.

 

Me faltó el aire, tanto, pero tanto...

que abatí las ventanas y las puertas

rogando que mis células ya muertas

latieran en un nuevo y fiero canto.

 

Con restos de la arritmia aún por dentro

y temblando de forma vergonzosa

me clavé las espinas de una rosa

besando por sus pétalos el centro.

 

De pronto, regresaron los latidos

y la sangre arremete nueva vida.

Mi mente, todavía confundida,

escucha tus temblores y bramidos.

 

Autor: Jorge de Córdoba

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