La casa se quemó por el pecado
más dulce y suculento que tenemos.
Disfrutas que dibuje con mis remos
en el mar transparente y derramado.
Tu pétalo escarlata y tembloroso
se abre con el deseo más prendido
Provocas a mis ganas con tu nido
empapado en tu jugo delicioso.
Levantas tu rodilla en desafío
a que prenda lo dulce del infierno.
Pasamos de lo fiero hasta lo tierno
bebiendo de tu fuego, ahora mío.
Autor: Jorge de Córdoba
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