En dónde tu perfume se destila
e ilumina la dulce oscuridad.
Ahí precisamente el mundo oscila
buscando desatar temeridad.
Tu rodilla entretiene a mis instintos
en su búsqueda allende cordilleras.
Nuestros mundos parecían distintos
ahora que me pierdo en tus praderas.
Tú, diosa del decoro, a todas horas
descubres que tus ganas se sacuden
al rozar en tus pétalos las moras
dejando que mis besos ya te ayuden.
Autor: Jorge de Córdoba
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