anhelantes, groseros, desatados...
recorro lentamente tus costados
buscando que enloquezcas por amores.
Entiendo que no quieres gentilezas
y mis manos estrujan más profundo,
más adentro. Se quiebra nuestro mundo
en tanto ya perdemos las cabezas.
Hay un tiempo guardado a la dulzura
y un tiempo que reclama nuestra brama.
Es hora que se prenda nuestra cama
comiendo de tu vientre y tu cintura.
Autor: Jorge de Córdoba
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