al verme enloquecido tras la Musa.
Me dicen que es malvada, cual intrusa,
traviesa de miradas sugerentes.
No entienden que me pierdo en sus caderas
y perezco en los palmos de su piel.
No captan la dulzura en serle fiel
a sus montes y múltiples praderas.
Ella, que no precisa de fonemas
para dar por sentado su valía,
demuestra que es el mundo quien se lía
en sus celos, carencias y problemas.
Autor: Jorge de Córdoba
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